BRICS+: ¿CAMBIO DEL ORDEN MUNDIAL EN ACCIÓN?


La Argentina pudo abrir un nuevo capítulo en la política exterior nacional, pero la decisión del actual gobierno y su alineación automática con el declinante hegemón, hizo perder el ingreso previsto del país a ese conglomerado, y desaprovechar una oportunidad de autonomizarse de la hegemonía de Washington, fortalecer su reclamo de soberanía sobre Malvinas, y seducir a potenciales inversiones (no occidentales) para su desarrollo.


Podríamos conceptualizar a los BRICS, como una alianza [asociación] que promueve la cooperación económica-comercial y política entre sus miembros, y desafía el dominio de las
economías occidentales en las instituciones financieras globales, y, en el plano político global, propone una nueva edificación del poder, asegurando equilibrio y multipolaridad.

Nos proponemos explorar la potencialidad de esa mancomunidad, revisando sus intereses, propuestas y acciones concretas, para ser capaz de alterar la arquitectura del poder actual, de modo que, las influencias sobre las decisiones y acontecimientos globales, sean de múltiples actores, y ya no de la dependencia de un centro de poder dominante.


CRÓNICA


Nacido como bloque comercial en 2009, se transformó en un grupo geopolítico que pretende impulsar un proyecto de multipolaridad dentro del sistema internacional actual, en donde Estados Unidos tiene –aún– la tutela de la hegemonía. Se referencian como un bloque alternativo (o contrapeso) al G7, núcleo de los poderes occidentales tradicionales [añejos imperialistas].
Los socios fundadores son naciones con gran población, enorme territorio, pujante economía, abundancia de recursos naturales y alto intercambio comercial, todo lo que, por un lado, implica atracción como destino de inversiones, y por el otro, ostentar dimensiones estratégicas continentales.


Al promover el comercio, la integración y la cooperación en áreas de inversión, el desarrollo sostenible y la seguridad, el grupo BRICS+ ofrece una plataforma para que las otras economías emergentes puedan tener una voz más fuerte en la arena internacional [es así un referente geopolítico importante, expandiendo la MULTIPOLARIDAD].


De hecho, una vez formulados enfoques comunes a temas importantes de la agenda internacional, y, a partir de fortalecer los sistemas de acuerdos multilaterales entre sus miembros y con terceros países, en su evolución, las actividades del grupo se extendieron a diversos sectores incluyendo las áreas de cultura, tecnología, ciencia, agricultura, salud y bienestar social.


PREMISAS CONSENSUADAS


El grupo ha acordado propugnar por sostener siempre las conversaciones en toda controversia y evitar la agresión; el respeto por las soberanías locales e integridad territorial de las naciones; el compromiso de desarme nuclear; el control de armas; la apuesta por la seguridad alimentaria, y a la cooperación en materia de divisas reforzando la red de seguridad financiera y monetaria. Consideran que el cambio climático es una realidad global y exigen responsabilidades, pero repudian las discriminaciones comerciales (restricciones encubiertas), que aplican algunos países (básicamente potencias atlánticas) con cierto cinismo.

Patrocinan también, que todos los países deben contar con alertas para emergencias sanitarias y riesgos epidémicos.
Ante la amenaza arancelaria de Trump, ahora tienen que fortalecer el comercio y el intercambio tecnológico dentro del bloque.


Uno de sus mayores retos, sin embargo, es lograr una cohesión diplomática entre sus miembros ya que individualmente, la relación de cada país con los Estados Unidos difiere entre sí. En la actualidad, un renovado y nada tradicionalista D. Trump, presenta un frente de puro pragmatismo, y eventualmente de afinidades políticas con ciertos líderes, que requiere de UNIDAD DE CRITERIO para maniobrar de consuno, y no perder coherencia estratégica (o al menos, retórica).


DESARROLLO DE ACONTECIMIENTOS RECIENTES


EEUU intensifica la guerra comercial y arancelaria (“América Primero”), especialmente contra los BRICS+ y amenaza con imponer 100% aranceles adicionales si pretenden destronar al dólar [U$S] de su rol dominante mundial.


El poder financiero [herramienta de dominio] se basa en la confianza en la fortaleza del U$S, si los inversores globales le pierden la fe como refugio seguro … o en la propia economía de USA… ya que, al subir aranceles, debilita el dólar, aumenta la inflación y desacelera el crecimiento. La experiencia de Nixon al suspender la convertibilidad del dólar al oro, trastocó el sistema monetario global y provocó esas nefastas consecuencias.


El estatus supremo del dólar ya está cuestionado y en declive, al ceder participación de mercado monetario ante otros signos o criptomonedas significará tasas de interés más altas en la deuda en dólares a largo plazo y un debilitamiento de la efectividad de las sanciones financieras estadounidenses, entre otros problemas, dice Kenneth Rogoff, prestigioso economista estadounidense.


El problema interno a los estadounidenses se plantea dicotómicamente: un dólar débil abarata los productos de USA en el mundo y los hace más competitivos, pero, para seguir siendo una moneda de reserva dominante, debe ser fuerte. Tal la contradicción (o dilema político económico) que enfrenta Washington.


La agregación masiva de las economías del Sudeste Asiático como socios a los BRICS (algunas en curso otras peticionadas), intuimos que se debe porque el bloque multilateral en expansión se ha convertido en una protección contra futuros cambios geopolíticos. Y muchas de ellas, en franco crecimiento, requieren de estabilidad y decisiones propias (sin influencias imperiales).
La competencia entre el bloque “Occidental” y los BRICS+ se hace fuerte en materia de tecnologías, particularmente en el interés que los Estados manifiestan, centrado en lo más
avanzado en datos, inteligencia artificial e infraestructura digital.


Para la reciente cumbre (17ª) de los BRICS en Río, el escenario geopolítico global estuvo marcado por la inestabilidad y un récord en conflictos armados, lo que implica el involucramiento de muchos países en la violencia desatada. El contexto de tensión internacional, desde luego, afectó la dinámica interna y participación de sus líderes, e invitados [potenciales nuevos miembros], en este foro de cooperación. También afectó la adhesión a declaraciones de la cumbre y a otros documentos finales.


Pese al fenómeno bélico creciente, los BRICS no han sellado una alianza militar, pero sí se proponen como una alternativa económica y diplomática en busca de un nuevo orden mundial.
Desafían la hegemonía de grandes potencias que dominaron el escenario internacional desde la posguerra, rechazando la bipolaridad de otrora dos grandes bloques antagónicos.

En lo institucional, y para diferenciarse, crearon el Nuevo Banco de Desarrollo con sede en Shanghái, que financia múltiples proyectos en el mundo, sin imponer condiciones neoliberales al estilo del FMI.


Con la incorporación de nuevos miembros, tales como Indonesia y Nigeria, y la petición de
Pakistán, la expansión del BRICS es ‘matemáticamente’ notoria, tanto que está mutando desde un foro de debate hacia una estructura de poder más concreta, por la fuerza ganada. De lo consultivo e ideológico del origen como colectivo, hoy es un actor afirmativo en el campo del poder internacional. Un contra balance para las grandes potencias o bloques económicos.


Precisamente, lo que esta comunidad está procurando, es generar una nueva arquitectura multilateral de paz y seguridad, reformando algunos organismos como el Consejo de Seguridad, incluyendo en su seno a Brasil, Alemania, Japón o Nigeria, por ejemplo. Representantes que podrían tratar las fuertes tensiones globales con visiones más pluralistas [multipolaridad], a la vez que se cuestiona el poder del veto de las superpotencias.


Claramente, el BRICS rechaza el “resurgimiento del proteccionismo comercial” que se agudiza con la escalada de aranceles exageradamente altos que impone hoy EEUU, pero que tiene contrapartidas en otros mercados.


El CAMBIO CLIMÁTICO es un asunto central para los países miembros del BRICS, cuando el hegemón norteamericano prácticamente lo niega, evitando así responsabilidades por la
contaminación histórica de su industrialización (y de sus socios atlánticos y orientales), pero
también para evitar la pretensión de los países periféricos, a que las potencias capitalistas contribuyan financieramente para que los países en desarrollo puedan reducir sus emisiones.


A su vez, los países miembros estudian como prioridades, mecanismos de cooperación energética y planes para el desarrollo digital, ya que consideran estas iniciativas como orientadas a reducir las desigualdades a través de la innovación tecnológica.


China, como protagonista del fabuloso salto en 20 años desde el subdesarrollo tecnológico, a ser el país del mundo más desarrollado, puede compartir el know-how de su estrategia, con sus mejores prácticas y describir políticas (industrial, financiera, de fomento, etc.) aplicadas eficaces.
Por ahora, en el plano monetario, es decir; en el sistema financiero, no se ha decidido crear una nueva moneda desafiando la supremacía del dólar, que le da a EEUU una inmensa ventaja para dominar el régimen financiero global precisamente. Sin embargo, y por esa razón – para morigerar la influencia estadounidense y evitar la amenaza de Trump de incrementar al 100% los aranceles de su mercado– se estimula el uso recíproco entre asociados de sus respectivas monedas para saldar el intercambio comercial [fomento al multilateralismo].


La reciente Declaración de Río trasunta la intención de superar la coordinación económica como misión, para convertirse en una fuerza significativa en la geopolítica global. Critica las políticas más proteccionistas y las decisiones unilaterales, propugnando la búsqueda de consensos.


También se puede deducir que, entre sus prioridades estratégicas, está fomentar y sostener la cooperación Sur-Sur. El mayor desafío parece estar en que la agregación de miembros de cierta relevancia, complica la construcción de consensos, tan necesarios para la Unidad en la Acción y mantener el equilibrio entre sus miembros, especialmente cuando se enfrenta a cierta hostilidad del presidente D. Trump, y en un mundo tan volátil.


Diplomacia y cooperación, antes que agresión y unilateralismo, parece resumir el “lema” de los BRICS. Una guerra comercial intensa, en principio no tendría claros ganadores, como tampoco una de orden cambiario. La inflación global seria inevitable sobre los consumidores promedio, especialmente en el “primer mundo”. En tanto que altos aranceles, también estallarían dificultades dentro de los BRICS, porque sacarían del tan deseado mercado (norte)americano por falta de competitividad, a algunos ítems que hoy exportan a ese país gigante los miembros del Bloque del Sur Global. El comercio mundial se vería profundamente resentido, pues aceleraría los aislamientos de algunos países y los abroquelamientos de otros. En definitiva, potenciaría los antagonismos.


CONCLUSIONES


Sin duda, en un mundo tan convulso y con alta dosis de impredecibilidad por parte de EEUU y las potencias occidentales, que advertimos con irresponsables amenazas y de actos temerarios de parte de sus líderes, poniendo en peligro la seguridad mundial, tenemos este grupo tan variado como los BRICS, –que ciertamente no es un bloque consolidado– proponiendo otro camino alternativo al trazado por Occidente (países centrales) desde la segunda guerra mundial, y tampoco al otrora propuesto por el fenecido bloque del Pacto de Varsovia. Un no a la bipolaridad, pero menos a unipolaridad hegemónica.


Sin embargo, no podemos ignorar que existen en su seno algunas CONTRADICCIONES relevantes que limitan por ahora, su poder de acción e influencia global. Aún no pudieron impedir –por ejemplo–, la violación del derecho internacional que constituye un “ataque preventivo” a otro país, como el reciente caso perpetrado por Estados Unidos a Irán, sin declarar formalmente un estado de guerra. Las declaraciones fueron críticas, pero en cierto punto ambiguas tratándose de uno de sus recientes miembros el agredido.


Esta asociación trans-regional de Estados no occidentales (tal como lo definió un diplomático brasileño), por ahora sigue siendo un BLOQUE INFORMAL, y ello, en virtud de que debe resolver varios DESAFÍOS antes de institucionalizarse formalmente y conformar un frente económico unificado (por ejemplo) que despeje toda vulnerabilidad actual ante los cambios en el mercado global.


Nada es fácil, el camino es laborioso para lograr la coordinación de políticas y agendas entre países con economías y sistemas políticos tan diversos. Coexisten democracias con autocracias.
La disparidad en sus estructuras económicas, niveles de desarrollo y políticas internas es un obstáculo para su acción conjunta. Además, las tensiones geopolíticas internas, las disputas
fronterizas y las alianzas con potencias fuera del grupo, plantean retos para la cohesión del bloque.


En tanto que, en materia económica, enfrentan la dependencia de los mercados de materias primas, la volatilidad de los mercados financieros globales y la necesidad de diversificación.
Ya hemos referido más arriba, acerca de los instrumentos que, a modo de paliativo, han creado, para suplir al FMI y al Banco Mundial en la financiación del desarrollo y apoyo durante crisis económicas a sus miembros o, eventualmente, a terceros peticionantes.


Por ahora la alianza parece fuerte más allá de las diferencias. Los ata la reivindicación de que el Sur Global tenga una presencia acorde con su peso geopolítico actual, no con el de 1945. Si no prosperan las disputas irresueltas entre miembros (China e India por problemas fronterizos, Irán y Arabia Saudita por cuestiones religiosas como ejemplos) el propósito de reformar todas las instituciones globales, los seguirá uniendo y, el efecto sobre el balance del poder mundial (atomizándolo) será claro, más pronto que tarde.